Thursday, February 23, 2006

 

Detalles del precipicio

El cañón de una pistola besa una de tus sienes:

cuando la lluvia es tan ácida
que desgarra la pintura de los autos;

cuando a tus oídos los hiere incluso
el sonido de los insectos mientras copulan;

cuando un bebé de meses, al mirarte,
cambia su tierna expresión
por la de un judío en quiebra;

cuando la única prisa que tienes
es la de llegar tarde a todos lados;

cuando las paredes de tu cuarto se cierran tanto
que apenas cabes con tu respiración;

cuando hasta tu propia presencia
te resulta incómoda

cuando una voz de luz
te susurra un dulce secreto al oído,
entonces,
todo es definitivo: ¡Disparas!

Fernán I. Aubenque

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