Thursday, February 23, 2006

 

Las posibilidades del odio

Quien mejor que el argentino Oliverio Girondo para decir el odio, el amor y cualquier cosa que se le antoje; siempre alejado del lugar común, inventa las ideas desde las palabras inmediatas: aplanadoras, gallinas, vacas y cerraduras son la materia que requiere el autor para crear lo imposible; mucho más original que tantos versos mediocres y perfectamente prescindibles ; Oliverio escribió su poesía a principios del siglo pasado y se mantiene más que vigente.
La próxima vez que odies realmente a alguien, hazle llegar el 21 de Espantapájaros, que seguro expresa mejor que tú, lo que piensas:


Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que sólo puedas alimentarte de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte ante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudad te confundan con un meadero.
Que cuando quieras decir: “Mi amor”, digas: “Pescado frito”; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al acostarse junto a ti, se metamorfosee en sanguijuela, y que después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia; que tu único entretenimiento consista en instalarte en la sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni un solo instante, de lamerle la cerradura.

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