Tuesday, March 07, 2006

 

De Invasión retrofutura

El autor es Andrés Pascoe Rippey, el fragmento pertenece a un texto publicado a mitad del mes de enero, en su columna Invasión retrofutura .

Hacer berrinche
Te ves demasiado sexy, le reclamó a su novia. No soportaba el amplio y generoso escote, la minifalda provocativa. Su sangre hervía con celos imaginando como el resto de los hombres desearían hacerle marranadas a su chica. Ella lo desestimó: “Así me siento cómoda, bonita” debió soltarle. “¡Pero es el día de las madres!” respondió él, tratando de defender la noción de que, en un día dedicado a las mamás, uno no debe ponerse demasiado cachondo. La discusión devino en una brutal pelea. Se reclamaron viejas cuentas pendientes, se echaron en cara problemas añejos, resentimientos supuestamente superados. La discusión subió de tono. Ella le dio un empujón. El se enfureció. En un ataque de ira loca, nublado por la furia, se abalanzó sobre ella. La sujetó con fuerza por los hombros y sin dudarlo le asestó una profunda mordida en el pómulo derecho, atravesando piel, nervios, músculo y grasa. Arrancó el pedazo apretando los dientes y, empapado en sangre, escupió la piel a la banqueta. Ella estaba conmocionada, con un enorme agujero debajo de su ojo. No podía creer lo que le estaba sucediendo. Gareth Whyte de White Plains, en el estado de Nueva York, fue condenado por asalto y podría ser sentenciado a 25 años de prisión. Sus abogados trataron de defenderlo argumentando que la fiscalía no podía demostrar que la novia había sido desfigurada. Estos últimos reviraron que no porque ella tuvo un buen cirujano plástico y quedó normal Gareth podía escapar a su culpa. Y como golpe de efecto, la fiscal Heide Mason dijo “estaré de acuerdo en que el acusado es inocente si le puede volver a poner esto”, mientras le mostraba al juez una botella de formol con el pedazo de cara. Gareth estará pagando un alto precio por hacer un berrinche, un precio que seguramente nunca se imaginó. Su ataque celoso, su violencia y su falta de control es un típico berrinche adolescente que se lleva demasiado lejos y termina costando mucho más de lo que ameritaba. Y al final, salió perdiendo.

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