Plagiario de buenas ideas, buscador de tesoros, mago, editor y a veces músico. En 1993 ingresó al Conservatorio Nacional de Música, ahí encontró su verdadera vocación: se volvió editor. Es el esclavo de los ojos de ana, pero le dicen luisenrique
No de lo escribo (que es muy malo), de lo que leo (que si no bueno, por lo menos es divertido), de eso trata este lugar de lo que mis amigos tienen que decir, mis amigos que a veces son de carne y hueso y otras más de pulpa y tinta; de caminar por la calle y encontrar algo que sirva para dejarlo fijo por acá; de abrir una revista o un libro y expropiarle las palabras; de convencer a alguna amiga guapa para que por fin acepte posar desnuda en este lugar, desnuda sí, porque la ropa obstruye parcialmente el potencial de su belleza; de Cronopios con los ojos desorbitados, de asesinos en serie y de hombres bondadosos; de Mahler y José Alfredo; de citas textuales y por qué no, también sexuales; de pretextos vaya, simplemente de pretextos.
